El cerebro funciona con energía bioquímica y si sabemos cómo funciona, podremos optimizar su rendimiento.
Pero al igual que cualquier otro músculo de nuestro cuerpo, necesitamos entrenarlo y esto solo se logra con una “dieta mental”, compuesta por distintas actividades, que no siempre incluimos en nuestro día a día.
Pero al igual que cualquier otro músculo de nuestro cuerpo, necesitamos entrenarlo y esto solo se logra con una “dieta mental”, compuesta por distintas actividades, que no siempre incluimos en nuestro día a día.
David Rock, fundador del
Neuroleadership Institute, junto con Daniel J. Siegel, describen lo qué tenemos que hacer
para lograrlo. Lo han denominado "la bandeja de la mente saludable" y consta de siete
actividades que hemos de realizar con frecuencia.
Dormir, lo que refresca
la mente, el cuerpo y consolida la memoria, asienta piezas de
información que hemos aprendido durante el día. No es de extrañar que
cuando nos levantamos tengamos respuestas a problemas que antes de dormir no teníamos solución. Simplemente, el sueño ha hecho su trabajo. ¿Y cuánto
hemos de dormir? Aunque habitualmente se piense que lo normal son ocho horas
diarias, Rock y Siegel aseguran que depende de cada persona. Así pues, cada uno
ha de saber cuánto tiempo es el adecuado para que su cuerpo y mente estén a
pleno rendimiento. Por cierto, Albert Einstein dormía normalmente 10 horas
diarias excepto en el caso de que estuviera trabajando en ideas que consideraba
importantes, en ese caso dormía 11.
Jugar, para experimentar
con la vida: Gracias al juego, somos más flexibles en nuestras emociones y
podemos ser más creativos. Esta es la explicación científica de por qué
somos más permeables al aprendizaje cuando disfrutamos con lo que hacemos.
Nuestras frecuencias de ondas contribuyen a ello.
No hacer: es posible que sea una
de las más nos cuesta. Distraernos, tiempo para no focalizarse en
nada en concreto. Son momentos que
nos ayudan a ser más eficaces en alcanzar un objetivo. Por ello, a
veces, ante una tarea compleja, es recomendable hacer otras cosas sin importancia, que nos distiendan, muchas veces es un preámbulo necesario para
encontrar una solución.
Desarrollar la
introspección o vivir en el momento presente: A los que
accedemos a través de actividades como son dar un paseo en plena naturaleza,
escuchar una música tranquila o realizar algún tipo de meditación o relajación
sin juicio. Ayuda a rebajar el estrés y reduce la presión arterial y la tensión
muscular. De algún modo, es una actividad antesala para ser mucho más eficaces
en nuestro trabajo.
Conectar con los otros: Construir relaciones saludables, en
las que disfrutemos de la compañía, de una buena conversación o de mantener un
satisfactorio contacto físico. En alguna ocasión hemos hablado de la necesidad
de la amistad como elemento que nos aumenta la esperanza de vida. Gracias a la
conexión con otras personas somos capaces, además, de mejorar nuestro sistema
endocrino, cardiovascular e inmunitario.
Hacer ejercicio físico: Todos sabemos que
necesitamos hacer deporte para sentirnos sanos, pero lo que ha demostrado las
neurociencias es que el ejercicio físico nos ayuda también a que nuestro
cerebro sea más plástico para el aprendizaje y la creatividad. Potencia además
las actividades neuronales que le protegen del envejecimiento o de cualquier
otro daño.
Focalizarse en objetivos: Es el tiempo que
dedicamos a realizar tareas para ser eficientes. La tecnología nos ha ayudado a
que encontremos cualquier momento a lo largo de un día para resolver problemas,
e mails, llamadas… sin embargo, para focalizarnos en las tareas de un modo más
eficiente es recomendable que nos centremos en alguna, evitando la multitarea, que nos roba tiempo y energía.
Recuerda:
El cerebro funciona con
la energía. En la medida que lo alimentemos con las siete actividades
fundamentales podremos contribuir a su pleno rendimiento.
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