Para
alcanzar un objetivo el primer paso es tomar la decisión y tener un compromiso con lo que queremos
lograr a través de un acto de voluntad para
emprender la acción, que es la señal de
que se ha tomado ya una decisión.
Una decisión tomada seriamente, genera la energía, la motivación, que nos
lleva a la acción para alcanzar nuestra meta. Así que es importante preguntarnos,
¿qué quiero yo realmente?, ya que el poder está supeditado al querer. Hay que
pensar que muchas personas desaprovechan su vida por no saber qué quieren, por
no tomar decisiones, muchas veces por temor al fracaso y sus creencias
limitantes.
Tomar
una decisión significa comprometerse en lograr un resultado. Hay que confiar, terminar
con dudas y temores, y enfocarse en la meta y el estado deseado. Nuestra
mejor decisión siempre será aquella que nos conduzca a los mejores resultados, a
vivir la vida con excelencia. Albert Einstein, decía “es importante ser firmes
y constantes en nuestras metas, pero flexibles en los medios para lograrlas”.
Para
enfocarnos en la toma de decisiones lo más asertivas posibles, tengamos en
cuenta las funciones de nuestro cerebro
para optimizar nuestros recursos.
El
hemisferio izquierdo es el lógico, el analítico. El hemisferio derecho, es el
de la intuición, el que sueña, el creativo. Al tomar una decisión debemos
desplazar nuestros pensamientos por los dos hemisferios. Esto quiere decir que
no sólo debemos pensar en analizar, sino también en lo que sentiré al tener
mi objetivo ya logrado, la satisfacción de alcanzarlo.
Para el conocimiento
integral de la realidad, y el pleno desarrollo de las potencialidades humanas,
hay que expandir ambos modos de conocimiento y de conciencia, y así equilibrar
la razón y la emoción aprendiendo a movernos de un hemisferio al otro, del
análisis a la creatividad y viceversa.
Cuando
planteamos un objetivo, pensamos qué es lo que quiero y para qué lo quiero,
cuáles serán las ventajas y las desventajas. Analizaremos los recursos que
necesito para lograrlo. Por ejemplo: el cuándo, el cómo (hemisferio izquierdo).
Por
el otro lado, pensar en cómo nos vamos a sentir al lograrlo, visualizando el objetivo, en el lugar, en el tiempo y con los recursos ya utilizados
(hemisferio derecho). ¿Esto es bueno para mí y para los que me rodean? ¿Qué me
proporciona el haberlo logrado? ¿Qué clase de sentimientos quiero experimentar?
Al
tomar decisiones de esta manera, desplazando los hemisferios, nos daremos
cuenta que es lo que tenemos que modificar o agregar para alcanzar la meta de
la mejor manera (flexibilidad en la conducta) así no sólo la analizamos, sino que también la vivenciamos
a futuro.
Nuestras
decisiones determinan quienes somos, generan emociones, nos predisponen para la
acción y el logro de resultados.
Enfócate en lo que deseas, hazlo atractivo, apasiónate y ve por él.....