Somos lo que pensamos.
Nosotros decidimos que pensamientos instalar en nuestra mente y actuar en consecuencia.
Podemos alimentar nuestra mente con pensamientos que nos resulten útiles, saludables, potenciadores. Así estos pensamientos se convertirán en el combustible que nos permitirá ponernos en marcha para el logro de nuestros objetivos. Imaginemos cuanto podemos generar con pensamientos positivos y pensamientos negativos. Ellos generan estados emocionales que redundan en nuestra calidad de vida y en nuestras relaciones.
Pensar en positivo nos conduce a una actitud optimista, con confianza, esperanza, inspiración, respeto, dignidad. Así las dificultades serán abordadas como oportunidades de aprendizaje y crecimiento y hacia esa dirección irá nuestra energía.
Cuando pensamos positivamente abrimos nuestro potencial interno, somos conscientes de nuestros recursos, nos conocemos y reconocemos.
Los pensamientos negativos generan perturbación, desequilibrio, tensión, angustia, agotamiento, se convierten en virus mentales.
Tengamos en cuenta que nuestra mente registra las negaciones como afirmaciones. Si digo “No pienses en ese tema” estoy diciendo “piensa en ese tema” de esta manera reforzamos el pensamiento negativo.
Muchas investigaciones han constatado las ventajas del pensamiento positivo ya que fortalece el sistema inmunológico, mientras que el negativo lo debilita, haciéndonos más vulnerables.
Dice un viejo proverbio:
Cuida tus pensamientos, se convierten en tus palabras.
Cuida tus palabras, se convierten en tus acciones.
Cuida tus acciones, se convierten en tus costumbres.
Cuida tus costumbres, se convierten en tu destino.
La PNL como estudio de la experiencia subjetiva, nos provee de técnicas para programarnos positivamente. Así podemos rediseñar nuestra manera de pensar, actuar y comunicarnos.