Para muchas personas sería: ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Existe un dios? ¿Por qué estamos aquí? Son cuestiones importantes, pero existe otra cuya respuesta es preciso encontrar para que las demás tengan sentido.
Formulamos preguntas porque queremos conocer las respuestas, porque estamos buscando algo.
Así pues, sugerimos como cuestión definitiva la siguiente:
¿Qué queremos?
Todos nuestros actos tienen un motivo. Siempre queremos algo, aunque no siempre sepamos bien de qué se trata. Eso se aplica incluso en los aspectos más triviales. Cuando tenemos hambre, nuestra meta es comer, cuando tenemos sueño, dormir. Las calles están llenas de personas que andan, conducen, toman autobuses, trenes, aviones, para dirigirse a algún lugar con algún motivo. Si no fuese así, la conducta humana sería aleatoria e incomprensible.
Así pues, la premisa de la PNL es:
La conducta humana es intencional.
¿Qué quiere el lector en este mismo momento? Puesto que está leyéndolo querrá entender la PNL, entretenerse o explorar nuevas ideas. Desde un punto de vista más amplio, seguro que acaricia esperanzas y sueños que desea cumplir. Tiene objetivos a largo y corto plazo, cosas que desea y necesita: posesiones, destrezas, trabajo, relaciones, estados de ánimo, formas de trabajar o ser.
En la PNL se denominan "resultados"; efectos que queremos provocar en el mundo. Un resultado es mucho más específico que una meta. Se habla de un resultado cuando sabemos qué veremos, oiremos y sentiremos en el momento de conseguirlo. Las metas corresponden a lo que deseamos, y los resultados a lo que creamos.
Por definición, creamos resultados continuamente a lo largo de nuestra vida, incluso cuando no hacemos nada, pero ¿son los resultados deseados? Todos sabemos que no siempre obtenemos lo que deseamos, unas veces debido a acontecimientos que escapan a nuestro control, otras a que no planeamos nuestras acciones de forma adecuada. Por otro lado, si ignoramos lo que queremos, no tendremos la más mínima posibilidad de conseguirlo. La clave para dominar la fuerza creativa de nuestra vida reside en fijar los resultados que deseamos lograr. Si no determinamos qué resultados ambicionamos, el azar o los demás lo harán por nosotros.
Cuando fijamos nuestros resultados, no debemos limitarnos a lo que hoy consideramos a nuestro alcance. Recordamos con satisfacción haber conseguido muchos objetivos que en un principio nos parecían imposibles. Así pues, podemos obtener los resultados que queramos, y para ello debemos averiguar cuales son alcanzables en la actualidad. Una vez hayamos decidido qué queremos, empezamos a crear nuestro futuro.
Las personas que no fijan resultados suelen actuar así por dos motivos. O bien temen correr riesgos, equivocarse, desperdiciar el tiempo y malgastar energía, o bien tienen miedo a perder su libertad y su espontaneidad. Ambas reacciones son razonables, pero auto restrictivas.
Es mejor concedernos el derecho a cambiar o desechar un resultado según nuestras necesidades. Debemos determinar qué queremos, analizar lo que estamos consiguiendo y, si es necesario, variar nuestras acciones.
La pregunta "¿qué es lo que quiero?" genera resultados que nos orientan hacia una solución, un estado ambicionado. La pregunta habitual "¿cuál es el problema?" se centra en aquello que no funciona en el estado actual, lo que no nos mueve hacia ningún objetivo. Si nos centramos en los problemas, surgen cuestiones como: ¿Por qué tengo este problema? ¿Cómo me limita? ¿Quién tiene la culpa? El descubrimiento de los motivos históricos de un problema y la asignación de la culpa no suelen aportar la solución para sacarnos del atolladero.
RESULTADOS
El fracaso en nuestros resultados obedece a tres razones:
*Quizá no están a nuestro alcance.
*Quizá no nos motivan lo suficiente.
*O, aún deseables en un principio, tal vez no lo son desde una perspectiva más amplia.
Para convertir una meta en un resultado realista, posible, motivador y deseable, hay que analizarlo desde diferentes puntos de vista.
*Formular la meta de forma positiva.
Esto significa dirigirnos hacia lo que queremos, en lugar de alejarnos de lo que no queremos. Fijarse un resultado negativo es como hacer la compra con una lista de productos que no vamos a comprar. Dejar de fumar y perder peso constituyen dos metas comunes y difíciles de conseguir. Esto se debe en parte a que ambas se expresan de forma negativa. Cualquier meta que en su formulación contenga las palabras "perder", "dejar" o "no querer" no se expresa positivamente. ¿Por qué resulta tan difícil conseguir una meta que se expresa negativamente? Pongamos un ejemplo: propongámonos no pensar en el vecino; hagamos lo que hagamos, no debemos permitir que nos asalte ningún pensamiento sobre él. Como consecuencia, ¿qué nos viene a la mente? Pretendiendo no pensar en nuestro vecino, no tenemos más remedio que pensar en él para recordar que no debemos hacerlo. Hemos de tener en mente lo que no debemos hacer, lo que implica pensar en ello. Ahora pensemos en nuestra familia. Es fácil, y al hacerlo nos olvidamos del vecino.
Para convertir un resultado negativo en uno positivo debemos preguntarnos: "¿De qué me serviría esta meta si la consiguiese?", o "¿qué quiero a cambio?"Por ejemplo, "dejar de fumar" puede convertirse en "tener pulmones sanos", "estar más en forma" o "gastar menos dinero".
*Determinar qué debemos hacer y qué han de hacer los demás.
Es importante poseer el mayor control directo posible sobre el resultado. Si otras personas han de actuar sobre el resultado. Si otras personas han de actuar por nosotros, debemos plantearnos cómo conseguir un resultado en que todos ganen, de tal modo que quienes colaboran con nosotros consigan también algo importante. Pocas cosas podemos conseguir sin la ayuda de otras personas, y si no tenemos en cuenta cómo su apoyo repercutirá en ellas, tal vez sólo se prestarán a ayudarnos una vez, o quizá ni eso. Así pues, debemos formularnos la pregunta: ¿Qué necesitamos para asegurarnos de que los demás accederán a ayudarnos a alcanzar nuestros objetivos?
*Definir el resultado de la manera más precisa posible.
Primero, hemos de planear la estrategia con todo detalle. ¿Cuánto tiempo tardaremos en conseguirlo? Es importante fijar un plazo realista. Es probable que queramos conseguir algunos resultados antes de ese plazo y otros a su término. Si el objetivo es un ascenso en el trabajo y nos ascienden a la semana siguiente, nos pillará desprevenidos, sin la preparación necesaria para asumir la nueva responsabilidad. Por tanto debemos preguntarnos dónde y cuándo queremos conseguir nuestra meta. Asimismo debemos elegir el lugar, la situación y el momento de nuestra vida en que deseamos se produzca. Asimismo, debemos preguntarnos con quiénes queremos compartir la meta y con quiénes no. Por ejemplo, un resultado que consistiera en ser más lúdico sería adecuado con nuestros hijos, pero deberíamos pensarlo dos veces antes de planteárnoslo con nuestro jefe. Cuanto más específico es el resultado, más real se vuelve y más fácil resulta identificar las oportunidades para conseguirlo.
*Determinar claramente los criterios del resultado.
Una de las cuestiones más importantes es saber cuándo se ha conseguido el resultado. Hasta que veamos la línea de meta, no sabremos si la carrera ha acabado. Recibimos esta información a través de nuestros cinco sentidos. ¿Qué veremos, oiremos y sentiremos? ¿Cuál será la señal definitiva de que estamos a punto de conseguirlo? Por ejemplo, la prueba de que estamos más sanos sería una cintura mas esbelta y el hecho de que despertamos con más energía y respirando sin dificultad, en lugar de tosiendo. Asimismo, tendremos un peso equilibrado en función de nuestra estatura, nuestro cutis habrá mejorado y tal vez alguien nos comente que ofrecemos mejor aspecto.
No se consigue un resultado o se aprende algo sin retroalimentación, y cuanto antes dispongamos de esta información, mejor. Por ejemplo, si una persona que estudia idiomas realiza un examen y recibe los resultados al cabo de una semana, durante ese período se habrá olvidado del contenido de dicho examen y habrá seguido cometiendo los mismos errores. Cuanto más tiempo transcurre entre la acción y la retroalimentación, más difícil resulta aprender y ajustar nuestros actos para corregir los errores.
*Emplear nuestros recursos y los que podemos crear para conseguir el resultado.
El dinero y otros bienes materiales, que pueden ser utilizados directamente, son recursos obvios, al igual que las personas. Pueden ayudarnos directamente o podemos utilizarlas como modelos. Si conocemos a alguien que ha conseguido un resultado similar al que nos hemos propuesto, podemos preguntarle cómo lo hizo. Las cualidades y las aptitudes personales también constituyen recursos. Por ejemplo, la perseverancia, la capacidad de continuidad y la compenetración pueden ser aptitudes útiles. Si carecemos de alguna cualidad que consideramos necesaria, debemos plantearnos como desarrollarla. Esto puede lograrse mediante la formación, los modelos de roles o el uso y potenciación de aquellas cualidades que ya poseemos Merece la pena elaborar una lista de los recursos de que disponemos. Quizá no lleguemos a necesitarlos, pero cuantas más posibilidades de elegir tengamos, más probabilidades habrá de conseguir el resultado deseado; además, examinar una lista de personas, aptitudes y bienes que pueden servirnos de ayuda nos elevará la moral.
*Tener en cuenta las consecuencias que puede acarrear el resultado.
George Bernard Shaw dijo una vez que en la vida hay dos tragedias: una, no conseguir lo que se desea de todo corazón, y la otra, obtenerlo. Sin duda pensaba en aquellas cosas que pueden acompañar lo que más deseamos y nunca hubiéramos querido. El mítico rey Midas deseaba que todo cuanto tocara se convirtiese en oro. Y así fue, incluyendo sus seres queridos, sus amigos, la comida y la bebida.
Conviene considerar el resultado desde distintos puntos de vista. Una de las mejores formas de averiguar las consecuencias consiste en adaptar la segunda posición con personas significativas y preguntarse qué opinan de nuestro resultado, qué sienten a ese respecto. De este modo nos ganamos su confianza y, por tanto, nos ayudarán más.
¿Qué otra cosa puede ocurrirnos? ¿Qué clase de sacrificios tendremos que afrontar? Por ejemplo, si nuestro resultado es mudarnos de casa, debemos plantearnos otras cuestiones, como la proximidad de tiendas y los amigos, así como la calidad de los servicios, las escuelas locales y la distancia respecto a nuestro puesto de trabajo.
¿Qué tendremos que sacrificar para conseguir nuestro resultado? Un ascenso en el empleo tal vez comporte un jefe distinto, una jornada más larga y un cambio en las relaciones con los compañeros de trabajo. También es importante pensar en el tiempo, el dinero y el esfuerzo, tanto físico como mental, que habremos de invertir. Así pues, ¿merece la pena ese objetivo?
*Reconocer las consecuencias positivas de nuestra conducta actual.
La situación actual siempre ofrece sus ventajas, pues de lo contrario ya habríamos realizado cambios. Debemos decidir cómo incorporarlas a nuestro resultado para conservar lo positivo de nuestra situación actual.
*¿Cómo afecta el resultado a nuestros planes a largo plazo?
Es probable que un resultado forme parte de un objetivo más amplio. Por tanto, debemos estudiar su relación con los restantes planes y resultados que también juzgamos importantes. ¿Qué nos aportará y qué importancia concedemos a su consecución?
Si el resultado guarda relación con nuestros valores y planes a largo plazo, nos sentiremos más motivados; en cambio, comprometernos con un resultado que consideremos insignificante y desconectado del resto de nuestra vida se nos antojará superfluo.
*¿Cuáles son los resultados intermedios que jalonan el resultado principal?
El resultado puede aparecer lejano e inabarcable contemplado en su conjunto y entrañar obstáculos. Si es así, conviene dividirlo en una serie de resultados más pequeños y manejables. Antes de comenzar, hay que elegir adecuadamente el orden en que se realizarán.
*Por último ¿nos parece apropiado el resultado?
¿Es congruente con nuestra identidad? Debemos trazar un plan de acción a partir de nuestras ideas incluyendo algo que pueda realizarse inmediatamente. A menos que pongamos manos a la obra, el resultado seguirá siendo un sueño.
JOSEPH O’CONNOR
Joseph O'Connor es uno de los formadores y consultores de PNL y Coaching más conocidos y de mayor prestigio internacional. Iniciado en esta disciplina de la mano de Robert Dilts y John Grinder, Joseph es Master Trainer en PNL por la Comunidad Internacional de PNL y por la Asociación Internacional de Institutos de PNL, también es Master Trainer en Coaching por la ICC (International Coaching Community), organización de la que es cofundador. Asimismo, es graduado en Antropología por la Universidad de Londres y licenciado por la Royal Academy of Music.
Es autor de libros sobre PNL y Coaching. Introducción a la PNL y Coaching con PNL —escrito junto a Andrea Lages—, son obras de referencia y consulta para el estudio de la PNL y el Coaching.
No hay comentarios:
Publicar un comentario