A menudo, en pos de mantener buenas relaciones, no nos atrevemos a decir lo que a veces nos resulta difícil de pronunciar la palabra NO.
Estar pendientes de los requerimientos de los otros nos distrae y nos resta tiempo y espacio para ocuparnos de nuestros intereses. Actuando de esta forma nuestra autoestima se va deteriorando.
Decir SI cuando quiero decir NO desgasta nuestra comunicación. Si dejamos de dar cabida a nuestros deseos, depositaremos en el otro nuestra frustración y finalmente lo culparemos por nuestro descontento, provocando así, un quiebre en la comunicación. “Para cuidar una relación y mantener una buena comunicación no es necesario complacer todo el tiempo”.
Pero ¿cómo decir NO sin dañar la relación? La respuesta es sencilla siendo ASERTIVOS. Comunicarnos en forma asertiva es hacer valer nuestra voluntad, deseos, sin imponerlos, es decidir defender nuestros espacios, sin ser agresivos.
La comunicación asertiva es clara, congruente, directa, equilibrada, firme, certera, franca, honesta, respetuosa.
El poder de un NO positivo (Por William Ury)
El principal obstáculo para llegar al Sí es aprender a decir No de la manera
adecuada. A menudo nos resulta difícil decir No cuando queremos hacerlo,
y sabemos que deberíamos. O lo decimos, pero de una manera que frena el acuerdo
y destruye las relaciones. Cedemos a las exigencias inapropiadas, a la
injusticia y hasta al abuso, o nos embarcamos en una lucha destructiva en la
que todos perdemos.
Para salir de esta trampa, debemos adoptar lo que llamo un “No positivo”. A
diferencia del No tradicional, que empieza con No y termina con No, el No
positivo empieza con Sí y termina con Sí.
Decir No de manera positiva significa, primero, decirnos Sí a nosotros mismos,
y a nuestros valores más profundos.
John, ejecutivo de una empresa familiar, tuvo que decirle No a
la exigencia de su padre (y jefe) de que se ocupara del negocio durante el
feriado de Navidad por enésimo año consecutivo, recurrió a un Sí más profundo a
su familia y al respeto por su persona. Le dijo a su padre: “Mi familia me necesita
y me propongo pasar con ellos las vacaciones de Navidad”.
A continuación, John fijó un límite claro, en un tono respetuoso: “No voy
a trabajar en esta Navidad”. Sin embargo, no terminó con ese No sino con una
propuesta positiva. Le explicó a su padre cómo organizaría el trabajo en la
oficina para que se hiciera todo lo que debía hacerse, mientras él destinaba el
tiempo que necesitaba a su familia.
Conclusión: el No positivo es una secuencia Sí-No-Sí. El primer Sí expresa las
necesidades y los valores de la persona, el No consolida su poder, y el segundo
Sí afianza su relación. La clave está en el respeto, tanto a nosotros mismos
como al otro.
El No positivo representa un matrimonio entre las dos palabras esenciales del
idioma: Sí y No. El problema actual es que divorciamos a nuestros Sí de
nuestros No.
Sí sin No es contemporizar, mientras que No sin Sí es declarar la
guerra.
El Sí sin el No destruye nuestra satisfacción personal, y el No sin el Sí
destruye nuestra relación con los demás. Los necesitamos a ambos, y juntos.
Porque Sí es la palabra clave de la comunidad, y No es la palabra clave de la
individualidad. Sí es la palabra clave de la conexión, y No es la palabra clave
de la protección. Sí es la palabra clave de la paz, y No es la palabra clave de
la justicia. El arte máximo consiste en aprender a integrarlas.
Éste es el secreto para defender lo que sentimos y lo que
necesitamos, sin destruir acuerdos importantes ni relaciones valiosas.
La manera en que decimos No puede, en ocasiones, parecer muy poca cosa; pero,
con el tiempo, hace una enorme diferencia en nuestras vidas, en la vida de
quienes nos rodean y en el mundo en general.
Al decir No cuando corresponde, nos estamos haciendo un regalo. Estamos
protegiendo a alguien o algo que valoramos mucho. Estamos creando tiempo y
espacio para algo que deseamos. Estamos cambiando la situación para mejor, y
preservando a nuestros amigos, colegas y clientes. En síntesis, estamos siendo
auténticos con nosotros mismos.
Mediante la práctica sencilla y diaria del
No positivo estamos colaborando con nuestra calidad de vida, nuestro
éxito en el trabajo y nuestra felicidad en el hogar. Es un regalo que nos
debemos.
Pero decir No también puede ser un regalo para el otro. “Dime que sí, dime que
no, pero dímelo ahora”, es un refrán muy conocido. El otro suele preferir una
respuesta clara, aunque sea un No, en lugar de la indecisión.
Un No le permite avanzar y tomar sus propias decisiones.
Lo cierto es que un No positivo puede unirnos más al otro, en una relación más
auténtica. Pero si no le decimos la verdad, aunque sea un No, tomará distancia
porque siempre habrá algo importante que permanecerá silenciado entre nosotros.
Decir que No es un regalo para nosotros, para el otro y hasta para el todo más
grande. Imaginemos, por un momento, un mundo en el que los No positivos fueran
la norma y no la excepción:
■ En el hogar, los padres que ejercitan No respetuosos con sus hijos verían
luchas mucho menos destructivas, y los hijos serían menos malcriados y más
felices, como suelen ser los niños cuando crecen con límites firmes y
respetuosos. Quienes mantienen relaciones conflictivas descubrirían que su
matrimonio y sus amistades tienen mayores posibilidades de éxito.
■ En el trabajo, los ejecutivos que saben decir No harían una mejor tarea a la
hora de mantener a sus organizaciones estrategicamente focalizadas. Los
responsables de los departamentos de finanzas, legales, información y
recursos humanos, que habitualmente tienen que decir No a sus clientes
internos, harían un aporte más efectivo a los objetivos estratégicos de la
organización. Los vendedores, que saben cuándo y cómo decirles No a sus
clientes, se sentirían respaldados cuando lo hacen. Y todos tendrían más
autoridad para encontrar el punto de equilibrio entre el trabajo y la vida
personal.
■ En el mundo en general, si los líderes y las naciones supieran decir No de
manera positiva, la gente defendería lo que es correcto para llegar a
soluciones constructivas. El resultado sería más conflicto, sin duda, pero
habría menos guerras y más justicia.
■ Por fin, la Naturaleza
sería la primera beneficiaria, porque todos sabríamos decir No a los excesos
que amenazan el medio ambiente, del que dependemos nosotros y las futuras
generaciones. La vida, en síntesis, sería mucho más feliz, sana y sensata.
No cabe duda de que para pronunciar un No positivo hace falta coraje, visión,
empatía, fortaleza, paciencia y persistencia. Para cambiar los viejos patrones hace falta práctica. Afortunadamente, cada uno de nosotros tiene
muchas oportunidades para practicar cómo decir No todos los días. Tómenlo como
un ejercicio. Están desarrollando el músculo del No positivo. Con ejercicio
diario, ese músculo será cada vez más fuerte. Con práctica y reflexión,
cualquiera puede mejorar mucho en el arte de decir No.
El éxito sólo llega cuando somos auténticos con nosotros mismos y respetuosos de los
demás.
William Ury
Reconocido como uno de los mayores especialistas en Negociación y
Administración de Conflictos, es el autor, con Roger Fisher, del best-seller
Obtenga el Sí.
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