Preguntar es un arte.
Toda persona que solicita una entrevista de Coaching lo hace para encontrar respuestas para el logro de sus objetivos.
El coach no tiene esas respuestas, las tiene el cliente.
El coach tiene a su disposición preguntas poderosas que le permitirán al cliente examinar su experiencia y los recursos con que cuenta y así obtener las respuestas que creía no tener.
Las preguntas poderosas brindan al cliente la oportunidad de ¨iluminar¨ áreas desconocidas, enfocan los lugares adecuados en el momento oportuno.
Al formular preguntas en el momento adecuado el coach primero escucha y calibra, está atento al lenguaje verbal y corporal del cliente, generando rapport.
Las preguntas que realiza el coach siempre se responden pues
Permiten pensar.
Tienen un propósito.
Clarifican la experiencia del cliente.
Desafían creencias limitantes y motivan.
Exaltan los valores.
Se centran en el presente y en el futuro.
Modifican los estados emocionales, logrando el estado pleno de recursos.
Conducen a la acción.
Mantienen la sintonía.
Existe un relato Zen sobre un hombre que busca algo desesperadamente bajo la luz de un farol. Un hombre que pasaba por allí le preguntó
-¿Qué estás buscando?
-Mis llaves, respondió el hombre-
-¿Dónde las perdiste?
-Las perdí en mi casa-
-Si las perdiste en tu casa ¿por qué las buscas aquí?
-Porque en mi casa no hay luz. No puedo ver. Aquí afuera hay luz. Por eso las busco aquí.
Las preguntas del coach son precisas y están orientadas a encontrar la verdad y donde buscarla.
La primer pregunta que realiza el coach es ¿Qué es lo qué quiere?.
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