martes, 25 de noviembre de 2014

Resiliencia. Reparar las heridas


Kintsugi, cicatrices de oro








www.lakesidepottery.com


Desde el momento de su creación, o incluso desde antes, un objeto acumula una historia. No se puede considerar nunca un objeto acabado. Algo antiguo lo es hoy algo menos que el próximo año, algo nuevo puede dejar de serlo por un rasguño. Las cosas evolucionan desde la  nada y hacia la nada.
Al Shogun Ashikaga Yoshimasa se le rompió su cuenco de té favorito. Como era un hombre muy poderoso decidió hacer lo imposible por reparar aquel objeto y lo mandó al lugar en China donde se había fabricado, con la esperanza de que aquellos artesanos le devolviesen la vida.
Esperó y esperó hasta la mañana en que volvió el cuenco. Pero entonces el soberano sufrió la más grande de las decepciones. Se había reparado con unas grapas de metal que no alcanzaban a unir las grietas y que lo inutilizaban para su uso en la ceremonia del té, además de afearlo y privarlo de la delicadeza que tanto apreciaba en él.  
El Shogun Ashikaga era conocido por su determinación y haciendo gala de esa cualidad siguió creyendo que la reparación era posible. Esta vez mandó a artesanos japoneses que encontraran una solución, y que desarrollaran una técnica para reparar cerámica que uniese perfectamente las juntas. Así nació el Kintsugi, o reparación con barniz de oro y sus variantes, el Gintsugi, en el que se usa plata y el Urushitsugi, que emplea laca urushi.
Que esta leyenda sea cierta o no carece de importancia, lo cierto es que el Kintsugi logra, además de reparar la pieza, transmutar las heridas en la principal característica a destacar del objeto.
Llegó a tener tanta popularidad esta técnica en el S. XVI, que se dice que algún coleccionista rompía intencionadamente su cerámica para aspirar a poseer un Kintsugi.
Actualmente las antigüedades reparadas mediante esta técnica son más apreciadas que las que no se han roto nunca, es una especie de contrasentido que sólo se entiende admirando las cicatrices de oro que surcan su superficie.


Llevemos esta imagen al terreno de lo humano, al mundo del contacto con los seres que amamos y que, a veces, lastimamos o nos lastiman.

¡Cuán importante resulta el enmendar! 

Cuánto, también, el entender que los vínculos lastimados y nuestro corazón maltrecho, pueden repararse con los hilos dorados del amor, y volverse más fuertes.

La idea es que cuando algo valioso se quiebra, una gran estrategia a seguir es no ocultar su fragilidad ni su imperfección, y repararlo con algo que haga las veces de oro: fortaleza, servicio, virtud... 

La prueba de la imperfección y la fragilidad, pero también de la resiliencia —la capacidad de recuperarse— son dignas de llevarse en alto.
La resiliencia es la capacidad de afrontar la adversidad saliendo fortalecido y alcanzando un estado de excelencia profesional y personal. Desde la Neurociencia se considera que las personas más resilientes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de estrés, soportando mejor la presión. Esto les permite una sensación de control frente a los acontecimientos y mayor capacidad para afrontar retos
La Resiliencia, es el convencimiento que tiene un individuo o equipo en superar los obstáculos de manera exitosa sin pensar en la derrota a pesar que los resultados estén en contra, al final surge un comportamiento ejemplar a destacar en situaciones de incertidumbre con resultados altamente positivos.


lunes, 3 de noviembre de 2014

Planificar las tareas, optimizar recursos.




A la hora de organizar tus tareas, lograr objetivos, es importante tener en claro cual es el resultado que quieres obtener, que recursos necesitas, y cuanto tiempo te demandará realizarlas, por eso el uso eficaz y eficiente del tiempo es fundamental en la planificación de las mismas, así estarás focalizado en optimizar el rendimiento.

La planificación es la determinación por adelantado de los acontecimientos. Te pone al mando, en control de tu vida.
Es fundamental establecer una dirección clara para los esfuerzos de cada día. Así pues, crea el hábito de planificar por escrito cada jornada. El empleo inadecuado del tiempo es una de las razones por las cuáles muchas personas abandonan sus objetivos o no logran realizar sus tareas cotidianas.

Si no estás obteniendo los resultados que te gustaría con tu tiempo, evita buscar excusas o culpables. Busca soluciones, comprométete. Sé proactivo.

Tienes todo el tiempo a tu disposición. Esta es la primera actitud a desarrollar: 

Dispones de todo el tiempo disponible.

Para ello, es conveniente clasificar entre aquellas tareas que son importantes y no importantes y las que son urgentes y no urgentes.

                                          Importante y urgente
                                          Importante y no urgente
                                         No importante pero urgente
                                         No importante y no urgente


El cuadro puede ayudarte a organizarte en el uso del tiempo. Un gran valor.

Finalmente es interesante preguntarnos:

¿Qué es lo más importante que puedo hacer hoy, que de lograrlo puede aportar un avance significativo en mi vida?

Respondida esta pregunta, solo hay que ¡Actuar!!