lunes, 14 de octubre de 2013

Comunicación. El diálogo

El diálogo desata los nudos, disipa las suspicacias, abre las puertas, soluciona los conflictos, engrandece la persona, es vínculo de unidad y “madre” de la fraternidad.

Comprendamos que nuestras desinteligencias se deben, casi siempre, a la falta de diálogo.

Comprendamos que el diálogo no es una discusión ni un debate de ideas, sino una búsqueda de la verdad entre dos o más personas.

Comprendamos que mutuamente nos necesitamos y nos complementamos porque tenemos para dar y necesitamos recibir, ya que yo puedo ver lo que los otros no ven y ellos pueden ver lo que yo no veo.

Cuando aparezca la tensión, tengamos la humildad para no querer imponer nuestra verdad atacando la verdad del hermano; de saber esperar a que el otro acabe de expresar por completo su verdad.

Tengamos sabiduría para comprender que ningún ser humano es capaz de captar enteramente la verdad toda, y que no existe error o desatino que no tenga alguna parte de verdad.

Tengamos sensatez para reconocer que también yo puedo estar equivocado en algún aspecto de la verdad, y para dejarme enriquecer con la verdad del otro.

Tengamos, en fin, la generosidad para pensar que también el otro busca honestamente la verdad, y para mirar sin prejuicios y con benevolencia las opiniones ajenas.
Autor: Desconocido

Diálogo del griego: a través de las palabras.

En el diálogo las personas interactúan dejando de lado sus supuestos.
El diálogo nos permite analizar no sólo nuestros pensamientos, sino el pensamiento de los otros, pudiendo detectar las coherencias e incoherencias.
Hay retroalimentación, aprendizaje.
El diálogo genera un pensamiento colectivo respetuoso, coherente, permite aceptar las diferencias, se acercan posiciones, se logran acuerdos.
La relación así planteada da como resultado Ganar-Ganar.

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